sábado, 19 de octubre de 2013

Navidad en Laos

Santiago de Chile, 8 de Octubre 2013


La selva de Laos

Los atrevidos “Togethers” entraron en Laos por la frontera de Tay Trang (El puesto fronterizo al noroeste de Vietnam). Según la Lonely Planet y numerosos blogs de viajeros, este paso  está cerrado a los extranjeros, y lo desaconsejan por la carretera  tortuosa que hay que recorrer  y por la escasa oferta de transporte que la cubre.  Así que, seguimos nuestro olfato de viajeros y nos lanzamos a probar suerte. Teníamos el presentimiento que nos dejarían pasar y nos arriesgamos, pero nos salió bien, y a día de hoy ya no nos acordamos del sacrificio que significó todo aquello (Sr. madrugón, van  de 12 plazas con 18 pasajeros…etc.), sólo nos queda la imagen de un paso de frontera muy rudimentario en medio de una jungla frondosa y con la sensación de estar entrando a un país sin rastro de civilización moderna.  


Puente sobre el Mekong

a falta de puentes...
Una vez pasada la frontera y con la bonita visa de Laos estampada en el pasaporte empezaron las aventuras de verdad. En realidad, la Lonely y etc…tenían razón, este camino no es muy frecuente entre extranjeros y justo por eso nos encantó y pudimos cruzar un Laos verdadero. Un país extremadamente pobre pero precioso. Desde el primer instante nos contagiamos de la sencillez, calma y naturalidad de un país que nada tenía que ver con sus vecinos más próximos (Tailandia y Vietnam).
38 horas de viaje dan para mucho

En esa zona de Laos el tiempo se había detenido y nos encantó verlo. Si bien es cierto que las aldeas que cruzamos eran muy pobres, todas tenían su dignidad. Una vez más constatábamos que la pobreza en el entorno rural es mucho más humana y llevadera que la pobreza en las grandes ciudades. Al menos aquí  los niños juegan con juguetes de bambú, corren descalzos por la selva, se bañan felices en manantiales de agua limpia  y comen bananas. Sin embargo,  en la ciudad sólo les queda rastrear entre los escombros y desperdicios llenos de suciedad.



Bebé jugando y cobrando el peaje del puente!!! 
Puente de bambú en Luang Prabang

Reportero "Indiana"cruzando puente de bambú























La zona norte de Laos nos pareció muy interesante y digna de profundizar, pero teníamos una cita con Carolynne en Luang Prabang y debíamos apresurarnos si queríamos coincidir con ella. A estas alturas del viaje nos sentíamos muy atraídos por la posibilidad de encontrarnos con caras conocidas, así que el encuentro con Carolynne primaba por sobre de aventuras en junglas vírgenes.


Templo Wat Xieng Tong


Una vez conseguimos llegar a Luang Prabang ( de Dien Bien Phu a Luang Prabang hay unos 400 km aprox….por lo tanto, nosotros tardamos unas 38 horas en llegar!), buscamos donde dormir y enseguida lo encontramos, ya que Luang Prabang es Patrimonio de la Humanidad y es muy turístico.
¡Los togethers !



Detalle de un templo por dentro

 
La parte posterior de un templo

Monjes entrando al templo Budista del Palacio Real
Obvio, no?!!!


Templo Wat Mai

Luang Prabang es una bella ciudad entre montañas y los ríos Mekong y el Nam Khane. Muy conocida por sus bellos templos Budistas y las calles coloniales francesas. Esta mezcla arquitectónica conjuntada con el marco de la selva, los ríos, y la serenidad de los oriundos hacen que  Luang Prabang sea un oasis aliviador en medio de un Sudeste Asiático hiperpoblado y frenético. Será por eso que es conocida como la perla del Sudeste Asiático!

La calle central de Luang Prabang es peatonal (un rara avis por estas regiones del mundo) y sólo circulan  bicicletas a un ritmo relajado.  De hecho nosotros, después de visitar la mayor parte de los templos alquilamos unas bicicletas e hicimos una excursión muy entretenida. Las fotos hablan por sí solas.  Se trata de las Kuang si waterfalls.

Kuang Si



Nuestro Indiana!!!
Espectáculo de cascada con elefante! 
El lugar es una sorpresa inesperada ya que uno va en bici por una carretera, bastante transitada, sin saber muy bien a donde se dirige, y cuando parece que todas los letreros en "cristiano" indican que has llegado...no ves nada! Sólo aparece un descampado donde se aparca la bici  (pagas unos dólares y un Sr. que vigila que nadie la robe!). Y justo entonces vimos que aún no habíamos llegado y que una vez más a falta de puentes, nos debíamos 

















Indiana en pleno baño!
montar en una de esas canoas para cruzar el río. Pero cuando llegamos,¡Dios! nunca en la vida nos podríamos haber imaginado que detrás de la selva se escondía tal maravilla. La verdad es que tal descubrimiento ya está muy explotado por todos los tour operadores de Luang Prabang, y el paraíso a nuestros ojos ya estaba repleto de australianos y europeos haciendo la cabra. Y los laosianos (que aprenden rápido!) aprovechan la ocasión y  han montado un  pequeño circo para turistas. Nos referimos a que en ese entorno tan idílico, uno puede hacer kayak, puenting, tirarse en tirolina y montarse encima de un elefante en medio de las cascadas! Quizás las otras actividades no sean nada del otro viernes, pero hay que reconocer que ver los elefantes en medio de un paraje así fue precioso, sólo hay que olvidarse que en el fondo se trata de un montaje para ganar dinero y ya está.


Nosotros dejamos atrás toda la gente y nos adentramos más por el sendero que llevaba a la selva y nos encontramos con parajes dignos de película, solitarios y con un agua cristalina que hechizaba a todo el que la mirara.  Y como podéis ver, Kike no se resistió ni medio segundo!



Después de esa aventura, nos encontramos con Carolynne, cenamos en un puesto de calle al lado de nuestro hostal y dimos un paseo por el mercado nocturno ( Luang Prabang cuenta con un mercado nocturno de artesanía sin igual! Ojalá el turismo no vicie a los artesanos y lo conserven tal y como está!).

El día siguiente lo tomamos como día de investigación…sí, aunque nunca lo hemos comentado en el blog, estos días son fundamentales. Gracias a ellos nos organizamos: ponemos una lavadora, analizamos la oferta que hay, argumentamos diferentes puntos de vista y finalmente, tomamos las decisiones. Estos días son de vital importancia ya que nos permiten ahorrar tiempo y dinero y no dejarnos nada en el tintero!



Laos, Land of a million Elephants (la tierra de los mil elefantes), y nosotros alimentando  a unos pocos!!!

Carolynne y su hijo Teddy con su elefant

Paseando el elefante por la selva
Así que ese día lo dedicamos a todo eso y averiguar qué tour debíamos hacer si queríamos pasear y bañar un elefante. Y creemos que conseguimos lo pactado, pero lo mejor fue que invitamos a Carolynne a sumarse a nuestra hazaña (ambos sabíamos  que quizás tal aventura no estaba en el plan de Carolynne, pero si se lo regalábamos no lo podría rechazar!)
¡Y qué día! Sin lugar a dudas uno de los días más memorables del viaje! Montando un elefante a nuestras anchas por medio de la Selva. Estamos convencidos que ninguno de nosotros olvidará tal experiencia. Primero nos familiarizamos con los elefantes (les dimos de comer), más tarde subimos encima (pero con sillín tradicional), después nos animamos a prescindir del sillín y conducirlos por la selva (les vas dando leves pataditas detrás de la oreja y se van moviendo según les indiques) y finalmente los bañamos y nos bañaron en el río! Qué divertido!!! Todavía podemos escuchar a Carolynne decir: ¡cuidado con mis gafas, que no caigan al río, decidle al elefante que no me arroje al río!!!
Blanca conduciendo el elefante y Kike reposa confiado!!!







Fue una experiencia genial, los elefantes fueron buenísimos y muy cariñosos. Una vez más las fotos reflejan maravillosamente lo que os estamos contando!



Ahora sí que lo hemos conseguido!!! Hemos personificado uno de los capítulos de Willy Fog!!!




Las fotos escenifican perfectamente la situación; 1a) fantástico, ya estamos bañando
el elefante!, 2b) Kike aprende trucos y prueba ponerse en pie. 3c) El elefante dice
que aquí manda él y todos al agua!!!







Hot Pot con Carloynne y Teddy

 


 




















Después de esta aventura nos dimos una ducha y nos fuimos a cenar a un lugar precioso al otro lado del río. Comimos una fondue laosiana ( una especie de “hot pot” con muchas verduras y poca chicha!)












El día siguiente partíamos a Vientiane, la capital de Laos, donde pasaríamos la Navidad y unos días para conseguir nuestra visa de Birmania.
Detalle del interior del Bus
Aquí vamos a hacer una pequeña mención al transporte escogido para llegar a la capital; un bus con literas! Sí, tuvimos que llegar al medio de Laos para viajar en uno de los mejores inventos para el mochilero; el bus cama de verdad! Sí, se trata de un bus con camas estrechitas pero que permiten dormir horizontalmente, dejando que la espalda descanse por completo! Kike no durmió mucho, pero Blanca durmió el trayecto de tirón y  se levantó fresca y descansada!

Nuestros días en Vientiane fueron de espera para conseguir el visado para entrar en Birmania. Aprovechamos la espera y nos lo tomamos con calma, como  si fuera un alto en el camino para no hacer nada de lo que normalmente  hacíamos durante el viaje: pasear sin más, no visitar nada en concreto, investigar por encima los próximos destinos, ver películas en la TV del hostel. Incluso, nos permitimos el lujo de ir a cenar a un Restaurante francés la noche del 24 de Diciembre. Hartos de tanto noodle, y arroz con soja…nos dimos el gusto de comer en un restaurante  afrancesado con “confit du canard” y “du vin rouge” inclusive. (Dadas las circunstancias fue una maravilla de noche buena). En realidad teníamos la relajada sensación de estar en un lugar sabiendo que no se tenía que visitar casi nada!!! Vientiane tiene muy  poco interés turístico, pero aún así,  encontramos un parque muy entretenido llamado Buddha Park, y pudimos hacer un poco el payaso entre tanta figura Budista y mitológica indú!
El gran Budha!!



Vistas del Butha Park

Finalmente, conseguimos los visados de Birmania (Myanmar) y nos despedimos de Laos con una penita y muchas ganas de regresar algún día no muy lejano. Nuestra próxima parada seria Nong Khai, Tailandia. 

miércoles, 15 de mayo de 2013

Vilafranca del Penedès 21-4-2013
Vietnam

Muchacha vietnamita navegando por el Delta del Mekong

Desde Phnom Penh nos embarcamos rio abajo navegando el Mekong. Teníamos la intención de entrar en Vietnam a bordo de una pequeña barca, así que salimos por la mañana con un grupo de turistas y al cabo de unas  5 horas estábamos en el puesto fronterizo; un pequeño muelle a orillas del rio cerca de Chau Dóc. Allí, le entregamos a un agente nuestros pasaportes donde teníamos unos  flamantes visados de Vietnam tramitados días antes en Phnom Penh. Al cabo de un rato el conductor de la barca, que hacía un poco de intérprete, nos dijo que el jefe de la aduana quería vernos. Nos hicieron pasar a un pequeño despacho dónde nos recibió de mala gana un señor gordo con cara de muy pocos amigos que lucía un traje militar con una gran estrella roja en la gorra. El tipo dijo que nuestro visado no era correcto; la fecha final de vigencia del visado no coincidía por un día con los 15 días de estancia que se permiten a los turistas! Vaya, una vez más problemas en la aduana!!! Ya nos habían estropeado el tranquilo paseo en barco!!!
Una siestecilla rio abajo...
Tratamos de hacerle entender que habíamos tramitado el visado en la embajada vietnamita de Phnom Penh y que, en cualquier caso, no íbamos a estar más de 10 días en Vietnam pero no sirvió de nada, aquel señor jefe de la aduana, que en teoría no hablaba una palabra de inglés, gritó algo en vietnamita para hacernos callar y nos echó de su despacho. Después de haber visto tantas películas del Vietnam pensábamos que aquel grito era la orden de meternos en una jaula y arrojarnos al río para que nos devoraran los peces!!! … Afortunadamente no hicieron nada de eso, aunque por lo pronto, la cosa quedaba en que no podíamos entrar en el Vietnam. Allí acababa nuestro viaje en barco. Y ahora qué??!! Desde allí, tendríamos que volver a Phnom Penh y dedicar tres días más a tramitar un nuevo visado para luego volver a entrar en el país. Por si eso fuera poco, además, íbamos a perder el vuelo de Ho Chi Minh a Hanoi que habíamos comprado días antes!!! No nos lo podíamos creer, íbamos a perder un montón de tiempo y dinero por culpa de una pequeña trivialidad!!!

El barco casa de una familia Vietnamita
 Estábamos llenos de rabia!!! En aquel momento odiábamos a todos los vietnamitas del mundo!!! Nos sentamos para tratar de calmarnos y pensar cuál podía ser nuestra mejor opción cuando de repente vino a sentarse a nuestro lado el conductor de la barca con una mirada compasiva...
El tipo nos dijo que, como favor personal, podía intentar sobornar al jefe de la aduana  si estábamos dispuestos a ello. Vaya!!! Qué casualidad!!! Enseguida comprendimos aquella  gran pantomima. Y es que, seguramente el barquero, el jefe de la aduana y hasta posiblemente algún funcionario de la embajada estarían implicados. Con todo el teatro del mundo, nuestro barquero, nos sugirió que entregáramos 40 USD y que el intentaría que esa cantidad fuera suficiente. Eso sí, había que dárselos en dos billetes de veinte (no lo dijo, pero es que así es más fácil de repartir!!!). Y así fue, nosotros al final hasta satisfechos porque negarse a pasar por el tubo suponía tener un montón de problemas además de resultar muchísimo más caro. Casualmente el barquero pudo convencer al aduanero (suponemos que nuestro barquero tenía una gran destreza como negociador con las autoridades) y volvió a nuestro lado para decirnos que habíamos tenido mucha suerte; que le había costado mucho pero que al final había podido convencer a aquel honrado aduanero para que aceptara nuestra voluntariosa y generosa donación a su economía particular.
De nuevo rio abajo y ya en Vietnam, teníamos que sentirnos afortunados, por sólo 40 dólares adicionales habíamos podido entrar en el país para el que ya habíamos pagado todos los visados reglamentarios!!!
Tal como nos sentíamos en ese momento mucho tenía que hacer aquel país para volver a generar en nosotros buenos pensamientos hacia sus gentes. Mientras tanto íbamos a considerar a todos los vietnamitas como a unos sinvergüenzas sin escrúpulos!!!
Pero nuestros enfados suelen durar poco y sin darnos cuenta ya estábamos cargados de ganas de visitar los nuevos lugares que nos deparaba aquel país. Nuestra primera visita fue el Delta del Mekong.
Pequeño supermercado flotante... Possi'm 200gr de cansalada si us plau...
El Mekong es el octavo río más largo del mundo, recorre unos 4.880 km de longitud regando con sus aguas  a un total de 6 países. Nace en la meseta tibetana y sólo en su primera mitad discurre por un territorio casi inhabitado y salva un desnivel  de 4.700m formando cascadas y rápidos por profundas gargantas. Luego, al salir de territorio chino, pierde los 500 m de desnivel que faltan hasta el nivel del mar en unos 2.400 km. En este segundo tramo es un rio navegable que proporciona sustento a más de 100 millones de personas que viven de la pesca, el cultivo de arroz y del comercio por vía fluvial.


Casa florante...
El Delta que se forma al final de su recorrido es espectacular, primero se divide en 2 enormes brazos y posteriormente en 9 que son los que desembocan en el mar. El área del Delta tiene unos 40.000 km2 y más de 3.200 km de canales navegables. En sus tierras se cultivan tres cosechas de arroz al año lo que convierte a Vietnam en el segundo mayor productor de arroz del mundo.
 
Tras pasar la aduana, continuamos en barco hasta a Chau Dóc y desde allí nos llevaron en bicicleta (sí sí, en un taxi-bici… En una a Blanca y en otra a Quique) hasta la estación de autobús.  Una vez allí nos embutimos en una de esas “vans” de 10 plazas teóricas en las que, en realidad, hay tantas plazas como personas sean capaces de subir, haciendo, eso sí,  un poco de contorsionismo muy saludable para los músculos. Y finalmente, los 24 ocupantes llegamos a Can Thó, la ciudad más importante del Delta,  dónde íbamos a pasar la noche.


Al día siguiente a las 4:30 de la mañana nos esperaba una joven vietnamita luciendo un bonito pijama rosa y un sombrero en forma de cono. Era la guía que habíamos contratado la tarde anterior para visitar el Delta. Y es que, al igual que en Cambodia es normal que las mujeres y los niños usen el pijama como indumentaria habitual. Usan esta prenda para todo, tanto por el día como por la noche y de esta manera evitan tener que lidiar con los caprichos de la moda además de resultar mucho más económico (No hay que olvidar que el clima en esta región de Vietnam es totalmente tropical; las temperaturas no bajan de 25º C en todo el año y la humedad es del 90%)… Bueno pues, pijama aparte,  habíamos quedado con nuestra guía a las 4:30 de la mañana y aún de noche y somnolientos embarcamos en su pequeña canoa para dejarnos llevar hacia los famosos mercados flotantes del Mekong. Según nos fuimos desperezando empezamos a ser conscientes del lugar donde estábamos.



...Boutique de pirauchos...
El río es el centro de toda actividad; en las márgenes del rio principal abundan comercios y tiendas de lo más variadas. Todos los negocios miran de cara al río de manera que si tienes una barca puedes conseguirlo todo. Enseguida nos vimos rodeados de embarcaciones de todos los tamaños posibles. Había enormes  barcazas para transporte de todo tipo de productos, madera, piñas, graneles…  Algunas iban tan cargadas que llevaban la cubierta totalmente sumergida.


... Y aquí la boutique de ataudes... Los precios eran de morirse!!!





 
A nosotros nos parecía imposible que aquellos maltrechos cacharros pudieran  siquiera flotar, y para nuestro asombro,  no sólo flotaban, sino que además viajaban a toda velocidad y en todas direcciones. Otras barcas eran auténticas casas flotantes donde vivían familias enteras. Entre los grandes barcos se movían ágilmente pequeñas canoas de pescadores por doquier.
Qué sí qué sí!!! Que ésto flotaba!!!
Y esto también!!!
Nuestra guía se las sabía todas. Con ella nos metimos por los laberínticos canales que forman el Delta y avanzamos a toda velocidad entre los pequeños islotes.
 
A toda velociada por un pequeño canal del delta
En ellas había pequeñas granjas donde se podían comprar cerdos, ocas y otros animales además de hortalizas. Pero no nos entretuvimos demasiado; si queríamos ver el mercado en plena actividad teníamos que darnos prisa pues de lo contrario el madrugón no habría servido para nada. Finalmente llegamos a un lugar donde se habían reunido un gran número de pequeñas embarcaciones para  comprar y vender. Era un mercado. Cada canoa ofrecía una amplia oferta de productos y los vietnamitas hacían sus negocios; pujaban, regateaban y discutían para poder hacerse con los mejores lotes. Luego se los llevaban a sus casas flotantes o los llevaban a otros mercados para revenderlos.

 
Una vez se han cerrado los tratos ya se puede desayunar!
El ritmo era frenético… ¿Quién dice que la vida rural es más tranquila? No lo es en absoluto!!! Al menos no en el delta del Mekong!!!
 
Parada de frutas y verduras!!
 
Mercado fluvial
...Aquí unas ocas...
Después de tanto caos fluvial nos dirigimos hacía la ciudad más poblada de Vietnam: Ho Chi Minh (antiguamente conocida como Saigón). Esta ciudad se está modernizando a pasos agigantados, hay grandes avenidas de tiendas, barrios de edificios coloniales franceses y lo que más estresante; su tráfico. Por las calles circulan centenares de miles de motocicletas a todas horas. Los pasos de peatones

no abundan así que nosotros no sabíamos cómo cruzar. Al principio recorríamos calles enteras por la misma acera porque no nos atrevíamos a poner un pie en la calzada, pero al final no había más remedio. Así que, después de esperar un buen rato, nos dimos cuenta de que para cruzar las calles, en lugar de esperar un hueco, lo que hay que hacer es empezar. Es decir, lo mejor es no mirar y cruzar directamente  e instantáneamente todos las motorcillas se apartan. Al principio cuesta un poco acostumbrarse pero es la única manera de dejar de dar vueltas a la misma manzana!!!
Desde Hoh Chi Minh se pueden ir a visitar varios museos de la guerra. Seguramente, al pensar en Vietnam, os viene a la memoria alguna película con escenas de helicópteros revoloteando mientras suena de fondo alguna canción de los Creedence (aunque las Walkirias de Wagner también quedan bien). Y es que en éste país se libró durante diez años la cruenta guerra que todos conocéis.  Los vietnamitas enseñan con orgullo todos sus museos y exhiben sus trofeos de guerra (helicópteros americanos entre otras pequeñeces). También es posible visitar las galerías subterráneas dónde se escondían los guerrilleros del Viet Cong. Por esos laberintos de galerías, muchas de ellas de varios kilómetros, se transportaban armas y víveres a las guerrillas. También se muestran las trampas rupestres pero mortíferas que instalaban por la jungla. Nosotros no teníamos especial interés en visitar estos lugares, ya habíamos visto suficiente tema bélico en la frontera con el uniforme militar del jefe de aduanas. Y como al día siguiente teníamos que coger un avión hacia Hanoi, no íbamos a tener tiempo.
Cuando llegamos a Hanoi no había tiempo que perder, llegamos por la tarde y una vez en la ciudad fuimos a una agencia y sacamos dos billetes para el tren nocturno que va a la región de Sapa. Así que, una vez más, sin descansar fuimos corriendo hacia la estación para coger “in extremis” el tren  (esta vez fue por los pelos!) que nos iba a llevar a las montañas.
El tren era un lujo en comparación con las famosas “vanes” a las que nos habíamos acostumbrado últimamente. Esta vez íbamos a viajar en un cómodo compartimento de cuatro camas. Con nosotros viajaba una simpática pareja de australianos recién casados que, como viaje de novios, habían decidido coger las mochilas e ir a explorar el sudeste asiático sin rumbo fijo. Sólo podían ser australianos!!!


Las montañas de la región de Sapa!!
El tren nos dejó a la mañana siguiente en Lao Cai y desde allí proseguimos el viaje en “van” por una serpenteante carretera hasta llegar a Sapa. En realidad Sapa no es más que un pequeño pueblo de montaña totalmente turístico que sirve de base para realizar excursiones. En el pueblo abundan los restaurantes occidentales con velas para cenas románticas y las tiendas de ropa de montaña, de imitación por supuesto!
Nos alojamos en un hotel con unas magníficas vistas y contratamos una excursión de dos días por las montañas. Y es que muy cerca de donde estábamos, se encuentra la montaña más alta de Vietnam, el famoso Fan Si Pan. Ésta tiene 3.143 metros de altura por lo que generalmente siempre tiene nieve en su cima. Nuestra excursión consistía en caminar a través de los arrozales que los campesinos cultivan formando terrazas en las laderas de las montañas.





Como en muchos otros sitios del mundo el hombre adapta el terreno para su uso particular, y en este caso, durante muchos años fueron formando terrazas para poder cultivar y le han dado al paisaje este aspecto tan especial.  Cuando nosotros estuvimos los campos estaban segados, así que no tienen ese color verde intenso que tanto los caracteriza cuando el arroz está crecido pero aun así la excursión nos encantó. Durante los dos días de excursión, nos acompañaron dos mujeres que vestían sus trajes tradicionales. Estas mujeres trataban de vendernos artesanía. Cuando empezamos la excursión se unieron a nosotros pidiéndonos que les compráramos algo, y nosotros le dijimos que no, que no teníamos espacio en nuestras mochilas para nada más y que por eso no podíamos comprarles nada. Pero de poco sirvieron nuestras palabras. Las dos mujeres nos acompañaron durante los dos días caminando a nuestro lado con sus coloridos trajes tradicionales. Al final del segundo día nos volvieron a preguntar si queríamos algo de artesanía, y claro, para entonces ya les habíamos cogido cariño y no nos pudimos negar. Y es que ciertamente es más fácil obtener algún dólar de un turista que cultivando arroz. Eso hace que muchas de las tradiciones e incluso costumbres sobrevivan sólo para el turismo. Vietnam es un país en claro desarrollo, tienen a su alcance las últimas tecnologías electrónicas mientras que por el centro de las grandes ciudades se pueden ver fácilmente gallinas e incluso cerdos. Donde antes había animales de carga y bicicletas, ahora hay ciclomotores, motos y coches. Estos países ya empezaron su transformación hace tiempo… Ellos sin embargo entienden que el turismo puede ser una fuente muy lucrativa y nos ven a los turistas (con razón) como unos pobres tontos que les hacen fotos a las cosas más absurdas, así que si pueden, intentan beneficiarse. No les culpamos, cada uno intenta sobrevivir como puede. Lo que ocurre es que siempre hay personas demasiado avariciosas que exageran enormemente el interés que pueda tener cualquier actividad turística. Y a veces, cuando algo esta terriblemente masificado, se pierde parte del encanto.

 
Muchacha con traje regional
 
Volviendo a las montañas de Sapa, y con la artesanía ya comprada, los arrozales nos encantaron. Todavía es posible ver como cultivan el arroz tal y como lo hacían hace cientos de años aunque cada vez son más los que deciden dejar lo de plantar arroz para dedicarse a vender artesanía a los turistas.

Mujer atravesando un puente colgante... Rústico claro!

Llegando al poblado para pasar la noche

Terrazas de arroz
Después del primer día de caminata,  llegamos al atardecer a una pequeña aldea donde cenamos con unos humildes granjeros. Allí pudimos ver su manera de cocinar así como degustar sus platos típicos. A Blanca le pareció una cocina curiosísima.  Luego, dormimos en una pequeña granja sobre unas cómodas camas de paja y al día siguiente, con sólo un poco de tortícolis, ya estábamos preparados para proseguir el camino.
 
Continuamos nuestro paseo por las terrazas atravesando el valle y dejando atrás pequeñas aldeas. Durante el trayecto nos detuvimos para ver varias escuelas. Éstas nos gustaron especialmente, y pese a ser totalmente rurales  nos impresionó la buena infancia que tenían aquellos niños. A pesar de los pocos medios con que contaba, la escuela nos pareció totalmente digna y los niños de aquel entorno rural todavía disfrutan de la inocencia de ser niños. Blanca le quiso ofrecer una chocolatina a un niño, y poco después se había metido en un buen lío!!!


Niños del poblado




 









 




Blanca intentando repartir una chocolatina entre 50 niños... iSuerte!


La cena está lista!!!... Arroz claro


Niños en a la hora del recreo













De nuevo en Hanoi nos esperaba un feliz reencuentro. ¿Os acordáis de nuestra amiga Carolyne de Chicago? Pues estaba en Vietnam. Su hijo Teddy estaba en Hanoi haciendo unas prácticas y Carolyne había aprovechado para venir a verle y de paso visitar el sudeste asiático. Así que, una vez más, vivimos un maravilloso reencuentro. Junto a Carolyne,  y aprovechando que ahora ya sabíamos cruzar calles, visitamos la ciudad. 
 



Otro maravilloso reencuentro!!! Con Carolyne en Vietnam!!!
 Hanoi es la segunda ciudad de Vietnam. En ella existen también numerosos edificios de arquitectura colonial francesa.  En el centro de la ciudad hay un bonito lago, y a su alrededor se encuentran distribuidos todos los gremios. Y es que en  Hanoi los comercios se establecen por gremios de modo que hay una calle dónde están los comercios de café y especias, otra con las jugueterías, al lado una de relojes que luego desemboca en otra donde se encuentran las tiendas de ropa así que si necesitas alguna cosa sólo tienes que ir al gremio adecuado. También es una ciudad muy turística, hay albergues y pensiones por doquier y por todas partes hay agencias de viajes ofreciendo las mejores ofertas para visitar la cercana bahía de Halong y las montañas de Sapa que son posiblemente los lugares más visitados del país. Después de andar toda la tarde y de lidiar todo el día contra enjambres de vietnamitas motorizados, Carolyne nos tenía preparada una magnífica sorpresa; tenía entradas para ir al teatro de las “Water Puppets”. Este espectáculo de marionetas acuáticas es una encantadora representación de  picarescos personajes populares. Toda la representación se realizaba en una piscina de manera que las figuras emergían por encima del agua realizando todo tipo de piruetas al son de la música que interpreta una orquesta de instrumentos tradicionales. El teatrillo nos encantó y después realizamos un bonito paseo nocturno por los distintos gremios de tenderos viendo todo tipo de artefactos raros. Al día siguiente a nosotros nos tocaba una excursión de tres días a la Bahía de Halong.


Islas en la bahía de Halong
La bahía de Halong se encuentra al noroeste de Vietnam, en el golfo de Tonkín, cerca de la frontera China y a 170 km al este de Hanói. Se trata de una gran extensión de agua de mar salpicada por miles de islotes de roca calcárea. Estas islas tienen todo tipo de tamaños y formas pero la mayoría de las veces parecen enormes torres de paredes verticales que emergen a gran altura. Algunas superan los 120 m de altura y la parte que está en contacto con el agua está tan erosionada por el mar que presenta una gran muesca de manera que al pasar cerca parece que la montaña entera se te vaya a caer encima.

Formaciones de roca caliza
Nosotros hicimos un pequeño crucero navegando entre las islas. Embarcamos en un barco inspirado en el clásico junco chino. Todo el estaba hecho de madera por lo que la navegación entre los miles de farallones rocosos era de lo más exótica. Teníamos un camarote que parecía sacado de una novela de aventuras… Además, como era temporada baja, teníamos el barco entero para nosotros ya que a parte de un joven estudiante francés no había más pasajeros.

Blanca disfrutando del crucero!!
En una de las paradas pudimos visitar una de las mayores cavernas del  mundo. Atracamos en una de las islas y nos adentramos en una gran cueva que se abría en el interior formando cavidades de gran tamaño. Recorrimos teatros enteros adornados por miles de estalagmitas y estalactitas. La grandeza de los espacios interiores nos dejo totalmente boquiabiertos, parecía que la isla entera estuviese hueca y nos costaba entender cómo no se nos caía toda ella sobre nuestras cabezas!!!

 

Paseo por una de las cuevas!!!
 
Después de la excursión de las cavernas cogimos una pequeña piragua y nos fuimos a explorar un poco. Nos acercamos a una de las islas y navegamos por la hendidura excavada por el mar, pero no mucho ya que el techo estaba lleno de estalactitas puntiagudas que amenazaban con convertirnos en pinchos morunos al menor descuido!!!
 




...Siluetas...


Más de cerca, los imponentes farallones de la bahía!!!
Navegando entre miles de islas


Algunas islas eran pedruscos totalmente verticales 
Al día siguiente por la mañana contemplamos el amanecer desde la cubierta superior de nuestro junco y vimos como el sol empezó a asomar sobre las crestas rocosas de las islas para ir poco a poco iluminando los lagos interiores por donde navegábamos. El espectáculo fue inolvidable y el resto de la mañana continuamos navegando maravillados entre aquellas gigantescas moles kársticas hasta que al final, hubo que poner rumbo al continente. Nuestro viaje continuaba…

Blanca feliz viendo amanecer
Al volver, pasamos nuestra última noche en Hanoi ya que al día siguiente teníamos que coger una pequeña avioneta hacia Diem Bien Fu en la frontera con Laos. Carolyne, atenta como siempre, nos cuidó cariñosamente una vez más; Por la mañana, nos invitó a un copioso desayuno en su hotel donde no nos faltó de nada (Quique repitió una o dos veces o… quizás alguna más en el buffet) y nos arregló el transporte hasta el aeropuerto en un cómodo taxi para que, al menos esa mañana, no tuviéramos que ir encajonados en una de esas terribles vanes de plazas ilimitadas… Nos despedimos de Carolyne con un “Hasta pronto” ya que la casualidad nos iba a brindar otro feliz reencuentro en la cercana localidad Laosiana de Luang Prabang.
Diem Bien Fu es una pequeña población del norte de Vietnam muy cercana a la frontera con Laos. Aunque no tiene ningún atractivo en particular es especialmente famosa porque en ella se libró una decisiva batalla que tuvo importantes consecuencias. Tras la segunda Guerra Mundial y la retirada de los japoneses de los territorios de la antigua indochina, Francia se propuso recuperar sus antiguas colonias. Laos y Cambodia acabaron aceptando pero Vietnam tenía un grupo de insurgentes bajo la dirección del líder comunista Ho Chi Minh y no estaba por la labor. Así que se desencadenó una guerra de guerrillas durante varios años. Finalmente los franceses decidieron jugárselo todo a una carta para intentar aplastar a todos los rebeldes en una única batalla. En una operación aerotransportada situaron a más de 15.000 soldados en Diem Bien Fu, en medio de territorio enemigo, y se atrincheraron fuertemente a la espera del enemigo. Los Vietnamitas empezaron a explotar sus técnicas de camuflaje, zapa, túneles y demás finuras artesanales para ir sorprendiendo una y otra vez a los franceses que fueron retrasando sus posiciones hasta ser derrotados en 1954. Esa derrota supuso la división de Vietnam. Vietnam del Sur con un gobierno instalado por los E.E.U.U. aguantaría un tiempo el envite de sus vecinos del Norte hasta que tuvo que ser ayudado por los norteamericanos que temían que el control de este territorio por parte de los comunistas provocara un efecto dominó en todo el sudeste asiático… (etc, etc, etc)
Nosotros dedicamos una tarde a pasear por esta tranquila localidad. Aprovechamos para visitar un mercado con todo tipo de bichos y Quique aprovechó para hacerse un buen corte de pelo en una de las peluquerías de moda que había en medio de la calle, pues consideraba que ya había hecho el melenudo durante suficiente tiempo y quería estar presentable para el civilizado país de Laos.

Este va a la cazuela!!!...Con arroz claro...


 
...Quique en una de las peluquerías de moda...

Al día siguiente muy temprano nos embutimos en una “van” en dirección a la frontera. El camino era de ripio, el polvo inundaba el habitáculo, en la furgoneta no cabía ni un alfiler y todos estábamos sudorosos pero Quique estaba presentable para entrar en Laos!